La Evaluación es un término que se aplica
dentro del campo de la educación con varias finalidades diferentes; sin
embargo, en este caso tiene un solo significado: acto de reunir información y
aproximarse a una serie de criterios para elaborar juicios en relación a una
innovación, programa o producto educativo, considerando su fortaleza y
debilidad, su aptitud o validez. La Evaluación Naturalista es cualquier
evaluación con el significado anterior, en la que la información se recoge de
forma sistemática a través de un método naturalista de investigación. El
concepto de evaluación naturalista, para Simons (1999), llegó a ser la
expresión genérica utilizada para describir muchos de los enfoques alternativos
de la evaluación.
Hay que hacer hincapié en que el término
evaluación naturalista, en la mayoría de los casos, se utiliza como una
clasificación genérica. Hace referencia únicamente a un aspecto principal de la
evaluación: la aproximación general que ha seguido el evaluador al recoger y
analizar los datos. Por lo tanto, esta clasificación no implica ningún aspecto
relacionado con los procedimientos o criterios particulares empleados en la
valoración del programa o innovación, entre otros, que se está evaluando.
Por ello, la investigación naturalista puede
diferenciarse de la investigación experimental y de otros métodos de
investigación que se basan en principios psicométricos. En conjunto, los
segundos se asocian a menudo a términos como: análisis cuantitativo,
investigación científica, datos duros,
variables, prueba de hipótesis y estadística. En contraposición, la
investigación naturalista se asocia normalmente a términos como: análisis
cualitativo, estudios etnográficos, estudio sobre el terreno, método de estudio
de casos, datos blandos, ecológicos, descriptivos e interpretativos (Bogdan y
Biklen, 1982).
La evaluación naturalista se origina con los
trabajos de la evaluación de Egor, G. Guba desde una perspectiva democrática,
quien después de realizar por casi un cuarto de siglo la investigación dentro
de la concepción positivista consideró que ésta no debía ser un buen modelo
para la investigación en las Ciencias Humanas. En 1978 inició definiendo un
nuevo paradigma naturalista para la
investigación al que llamó constructivista, y dialogante, basado en los métodos
de la hermenéutica y de la dialéctica. Luego con Ivonne S. Lincoln desarrolló
su Modelo de Evaluación Naturalista, el cual tiene la influencia de otros
modelos de evaluación: el respondiente de Stake (1975) y la evaluación iluminativa
de Parlett y Hamilton (1972) y además Guba y Lincoln relacionan con el
paradigma naturalista o constructivista
algunos enfoques cualitativos o naturalistas a los cuales nombran como
modelos educativos de cuarta generación; a saber: el enfoque que prescinde de
los objetivos, el enfoque de estudio de casos y el enfoque basado en el
pensamiento estratégico.
Una de las contribuciones que aportan los
representantes del método naturalista, Guba y Lincoln, es que en este modelo la
evaluación se convierte en un proceso de negociación entre el evaluador y los
evaluados, generando un paradigma de consenso entre ellos. Consideran que a
través del convenio que hay entre ellos se logra una mayor eficacia en el
proceso de evaluación, aunque éste
demanda una mayor cantidad de tiempo y de recursos a utilizar durante el
proceso.
Aunado al contexto educativo, este modelo se
concibe como un proceso de participación refiriéndose a los autores, que
pertenecen al proceso educativo, bien sea el directivo o el personal docente y
administrativo, quienes tienen la oportunidad de juzgar y valorar el currículo
escolar, con sus propias expectativas profesionales con un solo fin: el de
mejorar la calidad educativa.
El Modelo de Evaluación Naturalista se enmarcar
en lo fenomenológico, lo holístico, es un modelo cargado de valores, que usa
las teorías bien fundamentadas. El diseño de este modelo no separa a quien
conoce de lo que se conoce. En este sentido, la investigación es ecológica dado
que se da en el contexto natural, es propositiva, especializada y el tamaño se
determina en la marcha y se completa cuando se tiene toda la información.
La Evaluación Naturalista es eminentemente
cualitativa, donde impera el análisis de datos a través de entrevistas o
conversaciones improvisadas con los participantes, filmaciones en vídeo de las
actividades clave, documentos formales e informales, observaciones y,
metodológicamente, todo lo que el evaluador naturalista percibe o experimenta
en el lugar del estudio que pueda convertirse en datos y su reporte es
descriptivo, interpretativo y típicamente un estudio de caso.
El proceso evaluativo, en este enfoque
naturalista-constructivista, involucra cuatro etapas según Martínez (2001):
1. Recolección
de necesidades, preocupaciones y temas en los cuales los participantes están
interesados que sean tenidos en cuenta en la evaluación.
2. Negociación
entre los evaluadores y los participantes. Los intereses y preocupaciones de
los participantes pueden ser comentadas, aceptadas, refutadas y negociadas.
3.
Despeje
de dudas y complemento de asuntos no resueltos en la fase anterior. Se puede
utilizar tanto técnicas cuantitativas como cualitativas.
4.
Conocimiento,
por parte de las diferentes instancias, de los hallazgos del evaluador y
discusión y negociación sobre los mismos con el propósito de lograr consenso.
El proceso de evaluación naturalista reviste un
cúmulo de detalles cuando se trata de recoger información de manera sistemática
sobre determinado escenario educativo. Sin embargo, pese a todos los aspectos
positivos de este método, no resulta tan aplicable bajo algunas circunstancias
y estructuras; de allí se desprenden una serie de aspectos, unos a favor y
otros en contra de este modelo.
Entre las ventajas se puede mencionar que la
evaluación naturalista se caracteriza por ofrecer generalmente descripciones
detalladas con minuciosidad y explicaciones holísticas de los procesos. Así
mismo, permite identificar efectos del programa e influencias sobre el mismo,
que se escapan a las evaluaciones dirigidas por las deducciones experimentales
y algunas veces ajustadas a parámetros psicométricos.
En relación a los directores, éstos tienen mayor posibilidad a actuar sobre la
evaluación, de manera que tenga en cuenta y responda a las necesidades,
preocupaciones y puntos de vista de los participantes dentro de los marcos
locales.
En cuanto a las desventajas se puede decir que
los estudios naturalistas requieren cantidades considerables de tiempo y
esfuerzo, por lo tanto, en la mayoría de los casos, suelen resultar costosos,
una desventaja práctica en la mayoría de las circunstancias. En algunos casos,
resultan hasta impracticables, sobre todo cuando la información de evaluación
se precisa en un plazo breve de tiempo.
Este modelo de evaluación tiene a su favor que
genera grandes cantidades de datos narrativos: resumirlos, analizarlos, y
elaborar informes puede llevar dos o tres veces el tiempo empleado en la
recolección de datos, razón que imposibilita su aplicación en contextos
educativos cuyas matrículas exceden los límites razonables sobre los cuales se
logra optimizar el proceso educativo.
En conclusión, la aplicación de este Modelo de
Evaluación Naturalista es una buena opción para aquellas instituciones
educativas que realmente deseen conocer en detalles cómo se están llevando los
procesos de enseñanza-aprendizaje que implica la valoración, entre otros, del
índice de calidad escolar; la eficacia escolar; la cobertura escolar; el índice
de eficiencia en términos de reprobación, repitencia y deserción; la equidad
escolar referida al recurso humano, la infraestructura y los recursos
educativos. La organización educativa que siga este modelo de evaluación no
debe estar preocupada por el tiempo, debe interesarse más por los resultados
confiables que pueda tomar como diagnóstico, seguimiento y control para mejorar
el acto educativo.
Carmen Collante
Mayerlin Acosta
Anuar Villalba
Argenis González
Elsa González
Dave González
REFERENCIAS
Bodgan, R.C.
y Biklen, S.K. (1982). Qualitative
Research for Education: An Introduction to Theory and Methods. Boston,
Massachusetts: Allyn and Bacon.
Dorr-Bremme,
D.W. (1989). Evaluaciónnaturalista.En Husén y T.N. Disponible en:
http://www.feyts.uva.es/ped/metodos/
Martinez,
C.M. (2001). EvaluacIón
de Programas Educativos. España. Evned.
Simons,
H. (1999). Evaluación democrática de
instituciones escolares. Morata
Excelente escrito, me ayudo mucho.
ResponderBorrarGracias
excelente información, me ayudo bastante.
ResponderBorrarMuy bueno
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